sábado, 7 de febrero de 2009

—Me podías haber llamado —decidí.
Se quedó confuso.
—Pero sabía que estabas a salvo.
—Pero yo no sabía dónde estabas. Yo... —vacilé y entorné los ojos.
— ¿Qué? —me impelió con voz arrulladora.
—Me disgusta no verte. También me pone ansiosa.
Me sonrojé al decirlo en voz alta. Se quedó quieto y alzó la vista con aprensión. Observé su expresión apenada.
—Ay —gimió en voz baja—, eso no está bien.

No hay comentarios: